Javier Aguirre

Es un personaje de carácter, tesonero, obstinado, que en los últimos doce años nos ha tenido entre esperanzados y expectantes. Es sin duda Javier El Vasco Aguirre cuya mayor virtud quizá sea la de generar expectativas y muy a menudo, cumplirlas.

Hijo de inmigrantes españoles, lo que explica con creces su segundo apellido (Onaindía) Aguirre nació hace 52 años en el Distrito Federal, pero ha hecho buena parte de su vida en España, donde actualmente viven sus hijos. En 1986 jugaba en Pamplona, con el Osasuna, diez años después, en 1996 -1997, regresó a prepararse como técnico y en 2002 inició su largo periodo como entrenador del mismo Osasuna primero, y del Atlético de Madrid, después.

Bronco, tozudo, Javier Aguirre conoce de triunfos y fracasos como pocos. Desde aquel tiempo, a sus 21 años, cuando fue campeón de la Universiada, pasando por su título en el América a los 26 hasta su integración a la Selección que disputó el Mundial en el mítico México 86.

Justo ese año, cuando había sido contratado por el Osasuna, a los pocos meses una fractura de tibia y peroné acabó con su carrera de futbolista, cuando aún no llegaba a sus treinta años, aunque aún jugó un par de años con las Chivas.

Experto en levantarse contra la adversidad, esa fractura que cortó sus aspiraciones como jugador no le impidió a Javier Aguirre forjarse una carrera como técnico que hoy lo tiene al frente de la Selección Nacional.

Después de ser asistente de Miguel Mejía Barón en 1994, un año después tomó la dirección de su primer equipo: el Pachuca, al que logró rescatar del descenso y en dos temporadas lo hizo campeón en el invierno de 1999.

Sus logros como director técnico casi todos los pueden enumerar hoy en día: que si Pachuca, que si cuando logró clasificar a la Selección en 2001, que si el trabajo de cuatro años en el Osasuna o el malpagado levantón que le dio al Atlético de Madrid.

Sus derrotas no son menos conocidas, desde aquella dramática final que Pachuca perdió frente a los Pumas hasta su despido del Atlético de Madrid el año pasado.

Su vida privada, en cambio, es mucho menos abierta. Discreto, Aguirre está casado con Silvia Carrión desde hace más de 25 años y es padre de tres hijos con nombres vascos: Mikel, estudiante de derecho, Ander, quien optó por el periodismo, y el menor Iñaki, que resultó el único en inclinarse por el futbol.

El futbol, ese deporte-espectáculo que tanto le ha dado a Javier Aguirre y que nos tendrá a millones en México y en el mundo pegados a los televisores a partir del viernes, pero que también es una esposa celosa.

Por su trabajo, Javier Aguirre se perdió las bodas de sus hermanos y por el futbol tampoco acudió al sepelio de su padre. Duras privaciones que no cualquiera se impone en aras de conseguir un objetivo.


Triunfador, en la última década le han llovido los reconocimientos. Desde ser nombrado director técnico de la selección hasta el ser electo por la UEFA el director técnico del año en 2006, o el Premio Nacional del Deporte que recibió un año antes.

Hoy, un día lo vemos de nuevo en la televisión en los anuncios de iniciativa México y al otro dirigiendo las prácticas del Tri. El viernes, sus decisiones serán las nuestras, sus emociones serán compartidas por millones y sus victorias podrán hacerlo, no campeón, sino una leyenda. Prendamos los televisiores y a disfrutar la inauguración del próximo viernes.

Hasta entonces.

RADIOgrafías para el lunes 7 de junio
por Héctor Zamarrón





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